Una mujer de 48 años fue diagnosticada con VIH en 2010 y ha estado en tratamiento antirretroviral (TAR) desde entonces. Ha mostrado buena adherencia al tratamiento, manteniendo una carga viral suprimida (<50 copias/mL) durante los últimos diez años. Su historial médico incluye obesidad (IMC 36 kg/m²) y dislipidemia.
También fue diagnosticada con trastorno bipolar y ha estado en tratamiento con carbamazepina (600 mg/día) desde 2022, logrando una buena estabilidad del estado de ánimo, sin episodios significativos de depresión o manía.
En febrero de 2023, su régimen de TAR fue simplificado a bictegravir/lamivudina/tenofovir alafenamida (B/F/TAF). Previamente, había estado en tratamiento con doravirina más emtricitabina/tenofovir alafenamida desde diciembre de 2022, sin presentar problemas virológicos.
A pesar de haber mantenido una carga viral indetectable durante dos años, en enero de 2025 presentó un rebote virológico con una carga viral de 335 copias/mL. Tras este hallazgo, se suspendió la carbamazepina y se sustituyó por lamotrigina, iniciando con 25 mg/día y aumentando progresivamente hasta 100 mg/día. En las visitas de seguimiento posteriores, la carga viral volvió a mantenerse suprimida (<30 copias/mL).
La carbamazepina es un potente inductor enzimático, especialmente de CYP3A4, UGT1A1 y de la proteína transportadora P-glicoproteína (P-gp), lo que puede reducir significativamente las concentraciones plasmáticas de medicamentos coadministrados, como el bictegravir y el tenofovir. En este caso, la administración prolongada de carbamazepina junto con B/F/TAF podría haber reducido los niveles plasmáticos de bictegravir, comprometiendo así la eficacia virológica.
Por lo tanto, la combinación de carbamazepina con B/F/TAF puede poner en riesgo el control virológico a largo plazo y está contraindicada por las agencias reguladoras y la mayoría de las guías de tratamiento.